Name: Shanghai Rolex Masters
Category: ATP World Tour Masters 1000
Place: Shanghai, China
Date: 07.10.2013-13.10.2013
Draw Size: S-56 D-24
Surface: Hard
Prize Money: $ 3,531,600
Saltan trozos de plástico, se retuercen las cuerdas. Novak Djokovic
destroza su raqueta contra el suelo y la lanza luego contra una
silla, castigada como si la culpa fuera del arco y no del arquero.
Andy Murray, el rival del serbio en la final de Shanghái, celebra su
cuarto break en una primera manga que ve un total de siete. No hay
espacio para florituras, no hay sitio para lo intrascendente. Este
es un partido fiero, lo dicen tantas roturas, lo cuenta luego un
tie-break espeluznante, lo resume, finalmente, un desenlace salvaje.
El premio espolea hasta el límite a los contrarios. Hay dos cosas en
juego. Una tangible, que es el título, y otra más sutil, el papel de
Nole frente a los otro cuatro mejores: tras quedarse sin medalla en
los Juegos y perder la final del Abierto de EE UU ante el británico,
el serbio detiene en Shanghái (5-7, 7-6 y 6-3) una racha de siete
derrotas seguidas ante Nadal (0-3), Federer (0-2) y Murray (0-2).
Es un duelo golpe contra golpe, tiro contra tiro, pierna contra
pierna. Para cada ataque hay una defensa. Para cada defensa un
contraataque. Para cada contraataque un último intento desesperado,
agónico. Cuesta sumar un tanto. Cada tanto vale un mundo. El cruce
crece con el reloj en un in crescendo imparable que culmina el
fantástico tie-break del segundo set, en el que truenan los cañones,
se desgastan las gargantas y sufren los marcadores. Cinco bolas de
partido tiene Murray y las cinco se las niega Nole. Tres de set
tiene el serbio y las tres las borra el británico. Se retuercen los
tobillos, se doblan las rodillas, hay golpes en posiciones
inverosímiles, muecas de dolor, gritos de sufrimiento. Ruge Nole.
Ahora es Murray quien revienta su raqueta: ya está el partido en la
tercera manga.
)
Djokovic, acunado durante toda la semana por su espectacular
ejercicio con el servicio, cuenta con alcanzar el trofeo con ese
tiro. Murray le niega ese arma. El británico llega a poner en juego
el 81% de los segundos saques del serbio y lo hace sin medianías:
bien plantado dentro de la pista, da siempre un paso hacia adelante
que le da el dominio, el mando, la brújula del peloteo. Djokovic no
es inmune a esos ataques. Por momentos, parece que va a acabar
desnudo. Tras alcanzar la final promediando casi siete aces por
partido, Murray solo le permite un saque directo en las dos primeras
mangas, tres en total. Nole tiene que jugar. No encuentra respiro en
un punto gratis con su servicio. No hay un oasis que sacie su sed
tras los interminables peloteos. Solo su capacidad competitiva le
salva de la quema. Cinco bolas de partido tiene Murray. Todas las
gana Djokovic, todas las busca el serbio. Son un compendio de
decisión, de agresividad y hambre. Cada una lleva el mismo mensaje:
gane o pierda, Nole escribirá su destino sin preguntarle a su
contrario.
Con el triunfo en el Masters de Shanghai, el serbio vuelve a tener
el número uno de Federer a tiro
Llega entonces la manga decisiva. Murray saca la lengua, resopla,
estira una pierna. Djokovic anda por los suelos, boquea, sufre. El
encuentro exige todo de los dos tenistas. A sus cabezas les pide
respuestas, a sus tiros alternativas, a sus piernas, maratones. Son
dos pesos pesados moviéndose con la agilidad de dos pesos pluma.
Murray, sin embargo, compite hipotecado. Pesan mucho esas cinco
pelotas de partido perdidas. Resuenan en su cabeza. Le provocan
dudas. Nole pronto exige el cobro de la deuda, pronto capitaliza el
primer vencimiento con un break, y al poco culmina la remontada con
la naturalidad de la costumbre: sin aspavientos, frio, levanta el
trofeo y se pone a pensar en el futuro. Tiene el número uno de
Federer a tiro.